Prólogo




Dicen que en Comayagua, cuando llega diciembre, el aire cambia.
El frío no solo baja de la montaña; baja también de los recuerdos.
Las calles se llenan de luces, risas y música, pero hay casas donde las luces siguen apagadas.
Casas donde el tiempo no avanza, donde el silencio pesa más que los años.
Don Ernesto vivía en una de esas casas.
Durante diez navidades, el parque brilló sin él.
Veía pasar familias enteras, niños corriendo con algodones de azúcar, parejas tomados de la mano.
Y aunque sus ojos seguían abiertos, hacía mucho que no miraban nada.
En Comayagua todos creen que la Navidad se trata de volver a casa.
Pero a veces —solo a veces—, la vida manda un alma perdida para recordarte que volver a casa también puede significar volver a ti mismo.
Esto no es para mí, ni por mí. Yo solamente soy el medio por el que Dios envía sus ideas, solamente soy el recipiente de su gracia, cualquier otro lo podría haber hecho si Dios se lo pidiera (y me gustaría que lo haga después de esto).
Dios me dijo que tenía que sacrificar cosas si lo quería hacer, lo hice por la ciudad que me ha visto crecer.
Comayagua no solo se visita, se recuerda.
Dicen que en Comayagua, cuando llega diciembre, el aire cambia.
El frío no solo baja de la montaña; baja también de los recuerdos.
Las calles se llenan de luces, risas y música, pero hay casas donde las luces siguen apagadas.
Casas donde el tiempo no avanza, donde el silencio pesa más que los años.
Don Ernesto vivía en una de esas casas.
Durante diez navidades, el parque brilló sin él.
Veía pasar familias enteras, niños corriendo con algodones de azúcar, parejas tomados de la mano.
Y aunque sus ojos seguían abiertos, hacía mucho que no miraban nada.
En Comayagua todos creen que la Navidad se trata de volver a casa.
Pero a veces —solo a veces—, la vida manda un alma perdida para recordarte que volver a casa también puede significar volver a ti mismo.
Esto no es para mí, ni por mí. Yo solamente soy el medio por el que Dios envía sus ideas, solamente soy el recipiente de su gracia, cualquier otro lo podría haber hecho si Dios se lo pidiera (y me gustaría que lo haga después de esto).
Dios me dijo que tenía que sacrificar cosas si lo quería hacer, lo hice por la ciudad que me ha visto crecer.
Comayagua no solo se visita, se recuerda.
.camina aqui
siguientes capítulos
.digan hola
Estoy abierto a nuevos proyectos, siéntete libre de enviarme un correo para ver cómo podemos colaborar.
.digan hola
Estoy abierto a nuevos proyectos, siéntete libre de enviarme un correo para ver cómo podemos colaborar.
.digan hola
Estoy abierto a nuevos proyectos, siéntete libre de enviarme un correo para ver cómo podemos colaborar.
.digan hola




